31 de diciembre de 2007

Un único deseo para el 2008


El año pasado, por circunstancias de la vida, en estas fechas muchos de los blogeros amigos ripenses hicimos post en los que conteníamos nuestros deseos para el próximo año, por ello desde hace unas semanas vengo pensando en qué es exactamente lo que yo deseo para el año que viene, y después de pensar en multitud de cosas que unas por personales y otras por extensas no caben en este espacio, me centro en un único deseo.
Eso si, para no perder la pena romántica, me sumo a los de Kabila, para los que no aguanten a sabina, que se ahorren el video y lean la letra.


Quiero que esta país sea Laico, no aconfesional, nonononono, laico. Y no pido esto porque sea atea, que lo soy, lo pido por respeto a la libertad de culto, ese pequeño principio constitucional que la iglesia ha decidido dejar de respetar y que nadie del Estado parece estar dispuesto a exigir que se cumpla.


Mientras este país mantenga en su definición esa formulación absurda que alguien inventó en lugar del necesario Estado Laico, la iglesia católica se seguirá permitiendo el lujo de manifestarse en contra de las leyes aprobadas de manera democrática, catalogando las familias como aceptables o contrarias a la moral, limitando la libertad de los individuos, instigando desde su radio al golpismo y el odio a los rojos y rojas con argumentos y discursos que recuerdan demasiado a los testimonios de nuestros abuelos, si esos obreros que no pudisteis matar, y lo que es más grave, interviniendo de manera peligrosamente decisiva en la articulación y desarrollo del sistema educativo vigente.


Este nuevo motivo para cambiar de una vez por todas la constitución heredada del franquismo que se mantiene en este país no sería necesaria si los señores que han pasado por el gobierno de este país creyeran en la constitución esa con la que tanto se les llena la boca y que ninguno se pone a currar para que se haga realidad, pero es que como en los viejos tiempos, no tan lejanos, donde hay patrón no manda marinero, y los curas mandan, pero mucho.


La única alegría que me permite bajar el nivel de indignación que me produce cada nuevo desafío de la iglesia es tener una familia tan maravillosamente atea que me permite no haber pasado por rito alguno de su iglesia, lo que me ahorra la pelea por la apostasía y me permite decir con todas las de la ley que no en mi nombre.


Como tan maravillosamente expresa Curro Corrales en su blog, lo que la iglesia practica no es libertad de expresión de sus ritos y creencias si no que ataca permanentemente a todos y todas las que no promulgamos con sus mandamientos, yo, como curro, tengo una familia maravillosa, y si la miras en su largo recorrido nada católica, pero que tiene una máxima mucho más respetuosa con el prójimo, para el conjunto de mi familia da igual que te cases, que no, que tengas novio o novia, que tu pareja y amigos sean ricos o pobres, o que decidas irte a vivir a la selva con una tribu que no hablan su idioma, eso si, la única condición para aceptarlo es que todo cambio se celebre, en familia, delante de una mesa, y se culmine con una partida de chinchón.


Esta noche pienso celebrar que se acaba un año y que el que viene seguro que es mejor que este delante de esa mesa rodeada de personas que me quieren y a las que quiero, que ustedes lo pasen bien y ya saben, a la iglesia ni caso.

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