En esta misma semana era noticia las declaraciones de Esperanza Aguirre en apoyo a opositores cubanos, hasta el punto que la presidenta ha sido objeto de denuncia en las páginas de Granma y de protestas por la embajada cubana, la señora Aguirre, orgullosa de esta polémica, la resolvía haciendo referencia a lo antidemócrata del régimen cubano.
No voy a entra al debate sobre cuba, que en el aniversario de su revolución ha suscitado importantes controversias, incluido en el agregador iloveiu, solo pretendo hacer una reflexión sobre el concepto de democracia y la práctica que de ésta hace Esperanza Aguirre.
Esperanza Aguirre, llegó a ser presidenta en su primer mandato tras una segunda vuelta de elecciones en un escándalo de corrupción política sin precedentes en el país. Y nadie puso en duda su legitimidad democrática porque el resultado de las urnas, es decir de la voluntad popular, era contundente.
Desde su primer nombramiento hasta la fecha, la presidenta de la comunidad ha ejercido su presidencia avanzando en sus intereses liberales, en la construcción de una comunidad autónoma dominada por los intereses económicos de unos pocos sobre los interese colectivos, y lo ha hecho con mano de hierro, sin atender a principios básicos de la democracia como la dación de cuentas, el debate parlamentario, el diálogo social o la participación de la ciudadanía en el control de lo público.
En el último tiempo el escandalo ha saltado por el control de la banca pública madrileña, Caja Madrid. La señora Aguirre, en su camino privatizador, ha tratado de comenzar una estrategia propia que condujera a la privatización de la Caja, por suerte, en el modelo actual, la participación de agentes políticos y sociales en el seno de la entidad bancaria impide que el gobierno de turno tome decisiones trascendentales, por lo que era necesario la modificación de la ley reguladora de las cajas para iniciar su plan.
Es legitimo que el partido que gana unas elecciones del ámbito que corresponda trate de desarrollar la política que le define, legitimidad derivada del respaldo ciudadano en los procesos electorales a una propuesta política determinada, ahora bien, en tanto el cuanto el respaldo ciudadano no es del 100% de la población, esa legitimidad ha de ejercerse de acuerdo a las normas democráticas establecidas, acudiendo a los ámbitos parlamentarios para el debate y votación de las modificaciones legislativas necesarias para el desarrollo de las propuestas políticas del gobierno de turno.
Este pequeño matiz democrático, vinculado al control de la ciudadanía y de los partidos políticos de oposición no parecen tener relación con la señora Aguirre, que prefiere colar las modificaciones legislativas óptimas para sus intereses a través de leyes de acompañamiento presupuestario, impidiendo el normal debate e intervención de la oposición en cuestiones tan importantes como lo acontecido con Caja Madrid.
Si uno lee el articulo de ayer del país que noticia el resultado final del conflicto en Caja Madrid, le surgen duda importantísimas sobre la legitimidad democrática de, al menos, el procedimiento que ha intentado el partido popular para cambiar el curso de la entidad pública Caja Madrid, y como no es el primero de los casos de libre interpretación de los principios democráticos de Esperanza Aguirre, yo me pregunto, ¿nadie sospecha como yo que la democracia de esta señora llega hasta donde sea útil para el cumplimiento de sus objetivos? ¿la práctica de la señora Aguirre en estos años de presidenta ha sido democrática?.
Ahí dejo la reflexión para el que quiera seguirla, ojalá empiecen a hacerlo las personas que le dieron su apoyo en las elecciones y quien haya promovido en el partido socialista el apoyo a los planes en Caja Madrid, por suerte frustrados en el último momento.
18 de enero de 2009
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